El Nacimiento de un Movimiento Artístico. La Generación de los 80 en Sevilla I

El nacimiento de las vanguardias artísticas sevillanas.



En 1969 fue nombrado el catedrático de historia del arte hispanoamericano Antonio Bonet Correa, director del Museo de Bellas Artes de Sevilla, sustituyendo al pintor academicista Alfonso Grosso, que lo había sido por más de un cuarto de siglo.

Meses después, en noviembre de 1970 y hasta abril de 1972 Bonet coordinaría El Correo de las Artes, sección semanal de El Correo de Andalucía, difundiendo las novedades internacionales y potenciando la crítica artística local, de la mano de  Gerardo Delgado o José Ramón Sierra, entre otros. 

Se daba así un impulso a las noticias de arte de Sevilla.




Pero la pieza que consolidó la renovación del arte en Sevilla, para compensar el peso del academicismo con la entrada en la modernidad fue el Museo de Arte Contemporáneo de Sevilla, del que se acaba de cumplir medio siglo de su fundación.


La renovación artística 

fue fundamento  del discurrir del Museo de Arte Contemporáneo de Sevilla.  La importancia de los años 60 fue considerada repetidas veces, bien en el panorama local sevillano o bien en el andaluz.  Pongamos por ejemplo:

En 1981 Ana Guasch publicaría 40 años de pintura en Sevilla (1940-1980), como parte de las actividades programadas por la Diputación Provincial y la Caja San Fernando. 



En 1998 José María Yñiguez, fue comisario de La pintura abstracta  sevillana 1966-1982, exposición de la Fundación El Monte. 



Y en 2002 el CAAC organizó la exposición Andalucía y la modernidad.



En los 60 vivieron con intensidad los avatares del arte y la cultura un grupo de estudiantes de arquitectura entre los que alcanzarían  reconocimiento como pintores Gerardo Delgado, José Ramón Sierra y Juan Suárez. 

En Sevilla vivimos la pugna por emerger de la abstracción pictórica, entre el informalismo y el arte normativo, o los avances de la figuración, bien en su vertiente lírica (Carmen Laffón) o expresiva de denuncia social (Francisco Cortijo), y especialmente el pop-art y  la nueva figuración (Luis Gordillo).

Los sucesores de esta renovación aparecen a principios de los 80 en el entorno de la Escuela de Bellas Artes.  

Con motivo del Homenaje a Picasso, Ana Guasch, publica el siguiente artículo en EL PAÍS sábado 11 de abril 1981  sección  ARTES:



NUEVA GENERACIÓN EN HOMENAJE A PICASSO.
Museo de Arte Contemporáneo de Sevilla. Abril, 1981

¡Olé! (con aviso)

Los ojos de Picasso interrogan de nuevo el arte sevillano. En este caso, sin embargo, el homenaje, más que serlo, se convierte, salvo excepciones, en la primera exposición de una treintena de jóvenes pintores, en su mayoría estudiantes de Bellas Artes.

Y en los bautizos es muy difícil saber si el recién nacido es criatura hermosa o poco agradecida, si será alta o baja. En todo caso podemos reconocer a sus padres, a sus padrinos, a los invitados al convite. Y diríamos en este caso que la criatura, o mejor las criaturas, ya que el parto ha sido múltiple dentro del carácter fraterno, son de probeta. Las obras que vemos en la exposición están desvinculadas de la definición pictórica del entorno, han roto el cordón umbilical de lo académico, del realismo decadente mal entendido y del virtuosismo virtuosista, para abandonarse en los brazos de un arte americanizante y de aspecto vanguardista. 



Se hace difícil, por el número, intentar una cierta caracterización. Se puede reconocer, sin embargo, que las obras de J.L. Bernal, R. Cadenas, F. López García, J.L. Rodríguez, A. Villalobos y Ruiz de Arcaute /R. García, a pesar de los recuerdos pop, dadá y del expresionismo abstracto, superan el nivel de mera mímesis formal, anecdótica o visual para incidir a un nivel más profundo de contenidos y preocupaciones. Parecidas consideraciones podrían aplicarse a otro grupo de artistas que, partiendo de un tratamiento textural y cromático (San Martín, J. Frangar, E. Camona), racionalista (Cuervo, Hormigo), gestual (A. Mallo, RICARDO CASSTILLO, A. Domínguez) de una abstracción pictórica relacional (F. J. González, J. Leyva y J. Piñera) o especialista (Paltré, José María), intentan ahondar en la estructura esencial de los significantes artísticos.

Obra con la que participó en esta exposición colectiva.
Sobre un mar de azules sombras, rápido, veloz se desliza la serpiente de metálico aroma. 
Óleo sobre lienzo, 100 x 64 cm.


La Salud Artística.

Por su parte, las iniciales referencias icónicas de Acosta, Cortés, Grajales, J. López, Peñarrubia y Pérez nos proyectan en un mundo más intimista, más subjetivo y, a la vez, más ambiguo en cuanto a significados.

En ese instante no podemos pensar que todos estos pintores crezcan en salud artística y, a pesar de que lo rubio de uno y lo gracioso de otro pueden indicar cierta dirección de futuro, nos quedamos con el buen sabor de boca del conjunto. El tiempo y los propios interesados dirán: por ahora vaya nuestro ¡ole!, pero con aviso.




LOS INICIOS DE R. CASSTILLO

Estos fueron los primeros pasos artísticos de Ricardo Casstillo. Esta fue, probablemente, su primera colectiva. Con el firme propósito de entregar su creación al arte de vanguardia y formar parte de ese movimiento que empezaba a despertar a principios de los 80.



Fueron años difíciles, trabajaba de noche y asistía a la Facultad de Bellas Artes de día. Pero el contacto con la Historia del Arte, con los jóvenes artistas que, como él, querían romper con el academicismo,  le hicieron vivir los años más felices de su vida.

El color y los grandes formatos llenaban su estudio y comenzaba una vida entregada a la pintura.



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